Miles de aficionados desafiaron el miércoles una fuerte lluvia para presentar sus últimos respetos al fallecido piloto Niki Lauda en Viena, su ciudad natal, donde se reunieron varias estrellas de la Fórmula Uno y autoridades políticas.
El tricampeón del mundo, recordado por su regreso a las pistas después de un accidente ocurrido en 1976 que lo dejó con graves quemaduras y lo marcó de por vida, murió la semana pasada a los 70 años.
Familiares de Lauda acompañaron el féretro con los restos del piloto rumbo a una catedral de estilo gótico la mañana del miércoles. Su esposa Birgit y dos de sus hijos colocaron el casco rojo y blanco de Lauda en su ataúd.
Posteriormente, los aficionados hicieron largas filas para pasar frente al ataúd, el cual estaba flanqueado por velas y coronas de flores en el centro de la catedral.
“Era Niki, nuestro héroe nacional, nuestro ícono”, dijo una afligida admiradora del piloto. “Nunca he hecho algo como esto (…) pero espero que descanse en paz. Se lo merece”.
Después de varias horas, las puertas de la catedral se cerraron y los aficionados se congregaron en las afueras, detrás de las barreras policiales.
Aproximadamente 500 invitados asistieron a una misa de réquiem, donde según la Arquidiócesis de Viena, Alain Prost, excompañero de equipo de Lauda en McLaren, leería un pasaje del Antiguo Testamento.
Lewis Hamilton, cinco veces campeón del mundo de F1 y quien lució en su victoria el domingo en el Gran Premio de Mónaco un casco con el nombre de Lauda, también fue parte de la ceremonia.
El expiloto Gerhard Berger, el actor Arnold Schwarzenegger y dos políticos austriacos de alto rango -el presidente Alexander Van der Bellen y el recientemente destituido canciller Sebastian Kurz- darían breves discursos al final del servicio religioso.
Lauda será sepultado en una ceremonia privada más tarde en el día.