Fiat Chrysler está apostando a una expansión vertiginosa de sus marcas de alta gama Alfa Romeo, Jeep y Maserati para transformarse a sí misma en una potencia mundial en la fabricación de automóviles en un plazo de cinco años.
El grupo presentó el martes un esperado plan de negocios con el que busca revivir sus dos históricos nombres y persuadir a los inversores de que puede superar su elevado endeudamiento, un mercado incierto y los errores del pasado para acortar la distancia con líderes como Volkswagen y Toyota.
«Hoy es mucho más que un nuevo capítulo. Estamos escribiendo todo un nuevo libro», dijo el presidente ejecutivo, Sergio Marchionne, a medios y a analistas durante un día de presentaciones en Detroit.
Fiat Chrysler dijo que invertirá miles de millones de dólares para construir modelos nuevos y aumentar la producción, pronosticando un incremento de las ventas a casi 7 millones de unidades para 2018 desde los 4,4 millones del año pasado.
Sin embargo, algunos analistas consideran demasiado ambiciosa esa meta.
«Definitivamente son palabras mayores, pero no creo que esperáramos algo menos de parte de Marchionne en términos de ambición», dijo Stuart Pearson, analista de Exane-BNP Paribas.
«Lograr la mitad o dos tercios de esos objetivos del plan de negocios sería un logro positivo industrialmente. De lo que se trata entonces es de lo que esperan los inversores y lo que ya está descontado en el precio de las acciones», agregó el analista.
Desde el 1 de enero, cuando la empresa italiana anunció un acuerdo para tomar todo el control de la estadounidense Chrysler y crear la séptima automotriz más grande del mundo, sus acciones han subido un 44 por ciento, superando el avance de un 5,4 por ciento del índice general del sector.
La acción cerró el martes con una baja de un 1,2 por ciento a 8,47 euros.
El grupo, que se prepara para cotizar en la bolsa de Nueva York, espera que la suma de sus influencias y su rentable negocio en Estados Unidos pueda superar las pérdidas en Europa y llevarlo a ligas mayores.
En juego hay miles de empleos, en particular en Italia, donde Fiat Chrysler planea fabricar muchos de los nuevos modelos de Alfa Romeo.
Las perspectivas de crecimiento futuro de la marca insignia Fiat están ahora repartidas por todas partes, dijo el jefe de marca Olivier Francois, prometiendo actualizaciones de modelos a la medida de Latinoamérica y Asia.
«No hay una solución sencilla», señaló Francois. «Todos nos estamos dando cuenta de que más allá de la gran historia europea de Fiat, las cosas han cambiado», agregó.
Marchionne, quien anunció en la tarde del martes que permanecerá al frente de la automotriz hasta fines del 2018, quiere imitar a rivales como Volkswagen, con marcas globales y con una posición fuerte en el mercado de autos premium, en particular en Asia.
La compañía pronostica que Alfa Romeo multiplicará sus ventas más de cinco veces, a 400.000 vehículos en 2018, de la mano de una inversión de 5.000 millones de euros (7.000 millones de dólares) para sumar ocho nuevos modelos y aumentar la producción.
Las ventas de Maserati aumentarían a una tasa similar, a 75.000 vehículos, con el respaldo de un gasto de inversión de más de 2.000 millones de euros, mientras que las de Jeep se duplicarían a 1,9 millones de vehículos en 2018.
Sin embargo, el plan de la automotriz enfrenta algunos desafíos. Los analistas estiman que el costo total de renovación podría alcanzar 8.000 millones de euros al año, una pesada carga para un grupo con una deuda neta de 9.800 millones.
Y luego está la situación del mercado. La industria automotriz europea está luchando para recuperarse de una caída en las ventas que lleva seis años, al tiempo que la demanda está disminuyendo en algunos de los mercados emergentes más importantes para Fiat Chrysler, como es el caso de Brasil.